domingo, 12 de agosto de 2012

UN MUNDO HIPOTETICO
Alberto Londoño, era un hombre común y corriente como todos los demás, vivía en la misma ciudad donde nació, trabaja en una oficina de abogados donde no ganaba muy bien pero que le permitía sostener a su hogar. Pagaba siempre sus impuestos y los servicios públicos de su casa a tiempo, ejercía su derecho al voto cada vez que había elecciones en su ciudad. Vivía con su esposa que besaba cada mañana al levantarse de la cama y con sus dos pequeños hijos María y Nicolás que lo recibían con un gran hola y un abrazo cuando llegaba a casa en la noche, después del trabajo; en pocas palabras tenia su vida resuelta y sin ningún contratiempo.
Esa mañana de febrero, Alberto entro al baño, se ducho y después se cepillo religiosamente los dientes las 32 veces que le recomendaba  el odontólogo cada seis meses. Se vistió con el traje negro a rallas que la oficina de abogados le había dado por sus 10 años de trabajo en la firma, entro a la cocina y se tomo el tinto que su mujer le había preparado, se despidió de sus hijos que salieron como un torbellino bullicioso a la ruta que los estaba llamando desde la entrada del conjunto, beso a su mujer y siguió sus pasos entre pasillos que lo llevaron hasta su carro, un mazda 323 hs modelo 85 que pago con mucho esfuerzo, lo prendió y espero a que el motor se calentara para no estropearlo. Parecía que ese día iba a ser como el anterior, un día gris, por que tenía como ganas de llover.
Alberto arranco con su viejo carro rumbo a su oficina que quedaba en el centro de la ciudad y al cual era casi imposible llegar.  Prendió la radio y escucho el reporte del transito “Alerta Bogotá, con los conductores” al parecer estaba taponadas las vías por una marcha que se había organizado  en contra de una ley del gobierno de turno y que perjudicaba al pueblo, según decían en los diferentes medios de comunicación, generando un gran trancón en la mayoría de las vías de la ciudad. Alberto decidió tomar una vía alterna para poder llegar a tiempo pues tenia junta con su jefe a las 9:00 am y así evitar el trancón que lo esperaba con los brazos abiertos.
En medio del desespero y la danza frenética del volante de su mazda 323 hs modelo 85 pues ya iba retrasado, a Alberto le llego de repente un raro pensamiento a su cabeza, quería que todo fuera tan solo un sueño, que ojala hubiera forma de cambiar así sea por un momento esa vida de mierda donde tenia que ser un esposo y padre ejemplar, un ciudadano correcto y un empleado sumiso y rendidor  que llevaba desde hace mucho tiempo, desde que tiene memoria. Quería olvidarse por un momento de todo, del trancón, de sus hijos, del trabajo, de su jefe gordo y bigotón, quería volar, salir a conocer otros lugares, a caminar, disfrutar del aire puro y de cumplir su sueño de ser un hippie roquero con su guitarra al hombro y en brazos de una hermosa ninfa que no le pidiera responsabilidades a cambio. Deseo tener un extraño elemento que le cumpliera ese deseo así sea por un día, como en los cuentos de hadas.
De repente, Alberto observo un extraño objeto que brillaba en  el suelo de su viejo mazda, era algo pequeño, rectangular, metido entre una pequeña cajilla de cartón y en la  cual llevaba escrito la frase “Utilícese en caso de un deseo” ¿podría ser este el milagro que tanto estaba deseando Alberto en ese momento? Alberto se agacho rápidamente y recogió con su mano derecha el extraño elemento que tenia la forma de un borrador y que ya estaba un poco gastado – tal vez ya le a cumplido a otros sus deseos, por eso esta gastado – pensó Alberto en medio de su ilusión de una nueva vida, cerro los ojos y anhelo con toda su fuerza cambiar su vida tan solo por un día y cuando abrió los ojos, un gran estruendo invadió el silencio de aquella mañana gris de febrero.
Cuando Alberto abrió los ojos estaba rodeado por varias personas que el nunca había visto en su vida, que no conocía. Junto a el una hermosa mujer de cabello rubio y ojos claros que dormitaba sobre su regazo desnudo que  lo abrazaba fuertemente, tenia el cabello largo y la barba le cubría su cara minuciosamente afeitada en la mañana, luego escucho unos gritos provenientes de un pasillo blanco que estaba detrás de una cortina que no le permitía ver lo que pasaba. De golpe entraron dos niños que con gran emoción lo abrazaron y con lágrimas en los ojos le decían: Te amamos papi y te prometemos no volver a dejar nuestras cosas en el viejo mazda que tanto quieres.
Alberto había tenido un accidente con otro vehículo que no vio por cerrar los ojos y recoger un viejo borrador que alguno de sus hijos había dejado botado en el carro el día que el los había recogido luego de terminar las clases de danza y música que tenían los días Sábados, había estado en coma durante dos meses y al parecer, según dicen los doctores del hospital, había perdido la memoria.
















LAS PALABRAS SE LAS LLEVA  EL VIENTO

Escucho susurros, sonidos, palabras que no tienen sentido, articulaciones que cada vez son más confusas, ejercito sonoro que me confunde y me lleva a lugares que no son los míos. Oímos sin escuchar, hablamos sin comunicar, tristes mentiras disfrazadas de verdad.
Camino solitario en medio del bullicio, carros, gente, música…cuanto ruido hace la ciudad. A veces quisiera encontrar el silencio que me permita escuchar tu corazón, mi corazón, el de la ciudad y saber quienes somos en realidad. Quisiera creer lo que me dices, pero las palabras se las lleva el viento, son efímeras, al igual que tu y yo.
Escucho, camino, ruido, humo, pasos siniestros que me llevan a ninguna parte. Antes creía en palabras, sonrisas, en brujas y en voz… ¿son mis palabras o las de charly las que hablan? …pero ahora solo son mentiras, mentiras que se repiten una y otra vez en mi cabeza. Quisiera que me hablaras, pero no con tus palabras si no con tu mirada, con tus manos, con tu piel, con tu corazón, para saber si aun tengo un alma que puede ser escuchada.
Camino, escucho, pitos, palabras, susurros cada vez más confusos. Quisiera hablarte, pero no con mis palabras, por que las palabras se las lleva el viento.

jueves, 12 de enero de 2012